lunes, diciembre 01, 2025

"POR SALVAR A UNA MUJER"


Por Eugenio Sanó Bretón

El susto que nos llevamos Radamés, José Mateo y un servidor fue tan grande, que decidimos, no volver a meternos en líos de marido y mujer.

Radamés, José Mateo y quien escribe, somos tres jóvenes del Municipio de Haina. Nos conocimos en el 1979, en el Grupo de Jóvenes de la Parroquia San Agustín. Desde ese entonces hemos estado compartiendo, como buenos amigos. Mas bien, como hermanos.

En el mes de octubre del año 1986, estábamos, como casi todos los fines de semana, en el Centro Parroquial, jugando ping-pong. En un momento de descanso comenzamos a conversar sobre temas del grupo de jóvenes. Entre conversación y conversación, surgió la idea de conocer las provincias del país y sus encantos, o por lo menos parte de ellas. Como teníamos ingresos muy limitados, decidimos hacer un ahorro mensual colectivo. Fue a mí que me tocó hacer la de alcancía o caja de ahorro.

En 1988 realizamos nuestro primer viaje. La región Este fue la escogida. En esa Región vivían familiares de José Mateo y también de Redames. Por esa razón en la agenda incluimos visitarlos y así lo hicimos. Nos hizo bien esas visitas, pues la primera noche encontramos, no solo donde dormir, sino también donde cenar y sin gastar un peso.

En la agenda a recorrer estaba también en Centro histórico de San Pedro, el Malecón y el Ingenio Consuelo. De la Romana teníamos en agenda el Parque Central, altos de Chavón y Playa Bayahibe.

La primera provincia a visitar, como era lógico, fue San Pedro de Macorís. Al llegar allí, de inmediato acudimos a la casa de la hermana de José Mateo, doña Barbara. Ella se alegró en vernos. Le dio fuertes abrazos a José Mateo e iniciaron un amplio dialogo. Radames y yo estuvimos escuchando las conversaciones por más de una hora. Después llegó una sobrina de José Mateo, Marilyn. Una chica alta y fuerte. Con ojos grandes muy expresivos. Ella nos saludó efusivamente y luego se integró también en la conversación de José Matero y su madre.

De repente doña Barbara le dice a Marilyn. -hija continúa hablando con José y los muchachos, yo voy a prepararles algo de cenar. Escuchar preparar la cena nos alegró la vida. La última comida había sido a las 12 del día y ya eran las 7 de la noche.

Después de cenar salimos a visitar al primo de Redames. Su nombre era Julián, pero le decían Pedrito.  El era un joven mulato y muy apuesto. El al ver a Redames le brillaron los ojos. Se veía muy emocionado y de pronto llamó a Diana. Le dijo ven a conocer a mi primo. Ella era una joven trigueña de cabello rizado y un cuerpo muy atractivo. Él le dijo a Redames - Ella es mi esposa. Tenemos dos meses de casados. Ahora vivo en esta casa grande con ella. Redames le dijo, pero esta casa es muy grande para ustedes dos. Él le respondió -ahora es grande, pero en un par de años nos quedará pequeña. 

El primo Pedrito le dijo a Radames -quédense a dormir aquí esta noche. Radames nos miró como buscando nuestra aprobación. José y Yo le dijimos que si con los ojos. Entonces Radames le dijo que estaba bien y le dio las gracias.

Pedrito le dice – bueno vamos aprovechar para visitar a tus otros primos. Con facilidad dijimos que sí y abordamos un carro Lada, azul cielo y nos dirigimos a un barrio de clase media. Allí encontramos la casa de los primos. Realmente eran primas, muy bonitas y muy atentas. José Mateo me dijo al oído -si no vivieran tan lejos yo la enamoraría. Yo le dije -yo también haría lo mismo.

Las Chicas eran muy conversadoras. Hablamos un rato y además aceptamos tomarnos unos tragos de ron que nos había brindado. Después de la visita salimos de allí rumbo a la casa del primo, a dormir.

Al día siguiente, en la mañana, visitamos a los abuelos de Radames. Ellos vivían en una comunidad llamada la plaza. La misma estaba enclavada en un campo de caña. Doña Goya como le decían a la abuela, era tanto cariñosa como atenta. Nos preparó unos fritos de plátanos con salami. Estos tenían un sabor inolvidable.

Salimos de allí como a las 11: de la mañana, Dos mototaxis nos condujeron al pueblo de Consuelo. Allí tomamos un autobús y llegamos a la Romana.

En el parque Central de la Romana encontramos jóvenes y conversamos con ellos. Resulta que ellos también eran de la pastoral juvenil. nos orientaron conseguir un buen hotel y donde cenar. 

Al otro día nos levantamos temprano. En la agenda estaba llegar a Altos de Chavón y a la Playa Bayahibe. No teníamos ni idea de cómo llegar a estos lugares. Mientras pensábamos se detuvo una guagua que venía de la capital. Se habían detenido, porque algunos de los pasajeros querían comprar chicharon de leche. Estos eran unos dulces que solo en la Romana vendían.

Radames de atrevido le preguntó al cobrador –para donde van ustedes. El cobrador le respondió -Esto es una gira. Nosotros vamos para altos de Chavón y Luego para Bayahibe.

Al escuchar esta información se nos abrieron los ojos. Le dijimos nosotros vamos para allá. ¿Será que pueden llevarnos? 

El cobrador dijo -sí, pero que cada uno debe pagar 10 pesos. Le dijimos que sí y nos subimos a la guagua. Asi conocimos Altos de Chavón y nos dimos un rico baño en la playa Bayahibe. 

En la misma guagua regresamos a la Capital y luego tomamos otro vehículo y llegamos a Haina. Estábamos felices y contentos.

En el 1989 realizamos la segunda excursión. La fecha escogida para ese viaje fue del 5 al 8 de agosto. En esta ocasión nos fuimos a la región del Cibao.

El día 5 de agosto, salimos a las 5 de la madrugada de la Comunidad de Haina y llegamos a la capital para abordar una guagua de Caribe Tours con destino a Santiago.

La primera ciudad en conocer fue Santiago de los Caballeros. Allí vivía una tía de José Mateo. Ella era monja de claustro y José Mateo la quería visitar. Radames y yo estuvimos de acuerdo y asi lo hicimos.

Llegamos al convento. Le avisaron que estábamos allí y ella muy contenta nos invitó a pasar al salón. Nunca vimos su cuerpo, a penas veíamos parte de su rostro. Por ser de claustro hablamos, pero sin vernos.

Asi, ella le preguntó a José sobre la familia y sobre él mismo también sobre nosotros. Nos pidió que nos quedáramos allí hasta el otro día. Le dijimos que sí.

Luego nos orientó para que atravesáramos un pasillo y llegáramos a una habitación donde podíamos dormir. Allí dejamos los bultos y salimos a caminar. Dimos un paseo por el monumento y por la calle el Sol.

En la tarde volvimos. Después de las 6 de la tarde no se podía entrar. Nos prepararon cena y luego a dormir.

Al siguiente día, nos levantamos bien temprano. El plan era dirigirnos a la ciudad de Puerto Plata. Todos estábamos muy entusiasmados, pues queríamos disfrutar de las bellas playas de dicha provincia. Además, aprovechar para visitar una compañera de trabajo que estaba accidentada. Esto fue lo primero que decidimos hacer en Puerto Plata.

Al llegar a Puerto Plata nos quedamos en la rotonda que está en la entrada del pueblo. Buscamos información de cómo llegar al barrio Villa Progreso. En este vivía Juana, la compañera de trabajo accidentada. La idea era compartir con ella un par de horas y luego continuar hacia la fortaleza de San Felipe y después dirigirnos a las playas de Sosua.

A las 2 de la tarde entrábamos por la calle 3 del barrio El Progreso, en Puerto Plata. Nos desmontamos de los tres mototaxis y nos disponíamos a preguntar donde vivía Barbina, la madre de Juana, mi compañera de trabajo.

Villa Progreso no es un sector residencial de clase media. Realmente es un barrio habitado por personas pobres y carente de los servicios básicos. La presencia de niños jugando en la calle era notable. Tambien la música alta y personas bebiendo alcohol en las esquinas.

Luego de salir de ese lugar fue que nos enteramos que allí había una alta carencia de bienes y servicios básicos y que además proliferaba la delincuencia y la drogadicción.

Al transitar por dicha calle en busca de la casa de la Barbina, la madre de Juana, nuestros ojos se enfrentaron con una escena indignante.

Un hombre, al parecer borracho, golpeaba a una mujer en plena calle, los que estaban en el lugar se hacían de la vista gorda. Nadie reaccionaba. Los transeúntes parecían estar acostumbrados a estas escenas.

De pronto, el hombre le dio a la mujer un fuerte golpe. Le dio con el puño cerrado en el vientre. La mujer cayo privada. Parecía que había perdido la conciencia. Estaba boca abajo. Entonces el hombre se dispuso a darle un pisotón por el cuello, con las botas caterpilar que llevaba puesta.

Yo, al ver la triste escena y el inminente golpe mortal, me abalancé con rabia y decisión sobre el machista y lo tiré al suelo.

El individuo en el suelo, me miró con furia. Se lo noté en los ojos. Empezó a incorporarse con toda la intención de vengarse. En ese momento Redames y José Mateo intentaron defenderme, entonces, el grupo que estaba en la esquina bebiendo con el hombre reaccionaron y decidieron tomar partido. Todos miraron hacia nosotros. Cuando vimos la intención emprendimos la huida. Ellos corrieron detrás de nosotros. Sobre todo, detrás de mí.

Aunque nunca había estado en Villa Progreso, pronto descubrí callejones, por los cuales corrí como loco. De pronto me encontré en un callejón sin salida. Tuve que retroceder y entran en la vivienda más cercana. Sin pedir permiso entre a la habitación principal y me metí debajo de la cama.

La señora de la casa vio lo que hice, pero no reaccionó más bien me protegió con su silencio.

Al cabo de unos 15 minutos, llegó uno de los jóvenes de la casa y la señora le dijo – hay un joven debajo de la cama. Lo estaban persiguiendo. Dile que ya puede salir. Yo no tenía intención de salir de allí. Tenía mucho miedo y allí me sentía seguro.

El joven entró a la habitación, me buscó debajo de la cama y me dijo. Venga, ya las gentes se fueron. Entonces salí de mi escondiste temblado de miedo. Cuando la señora me vio me dijo. Mijo ven siéntate aquí y me llevó para la cocina y me dio un vaso de agua.

Le pregunté por mis amigos. La señora de dijo al joven, ve busca a los amigos.

En pocos minutos llegaron Radames y José Mateo. Al verlo les pregunte y los bultos. Ellos dijeron que no sabían. El joven volvió para la calle y luego regresó con los tres bultos.

Cuando estamos en la cocina de la casa donde me había escondido, les pregunte a los muchachos que donde se habían metido. José Mateo contó que él al ver la actitud agresiva con la que fueron acarreados, entró a un colmado y salto por el mostrador y se escondió. Radames dijo que corrió en dirección contraria a mí y se escondió detrás de una vivienda en construcción.

Ya en dialogo con la señora le dijimos quienes éramos y que buscamos en Puerto Plata y sobre todo el Villa Progreso. Por suerte para nosotros, ellos conocían a doña Balbina, que era la madre de mi compañera de trabajo. El joven dijo -Yo lo puedo llevar, pero tenemos que irnos por la cañada. Asi no nos encontraremos con ninguno de los que le dieron la carrera. 

Finalmente encontramos la casa de Doña Balbina, la madre de mi compañera de trabajo.

Vimos a mi compañera accidentada, conversamos un rato con ella, le entregamos lo que le llevamos y nos fuimos.

No queríamos estar en ese lugar, donde vivimos tan mala experiencia.


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