Por Eugenio Sanó Bretón-feb-2016
Las elecciones se aproximan y en esa misma medida se
presentan una serie de situaciones sorprendente para la ciudadanía de a pie.
Como nunca antes, se han manifestado las ambiciones por el poder de tantos
precandidatos. Son unas elecciones bastante complejas, pues se elegirán el
mismo día a presidente y vicepresidente, senadores y diputados, alcaldes y
vice-alcalde, así como a regidores y sus suplentes.
El país se encuentra sumergido en una crisis institucional,
económica y política. La credibilidad en las entidades de justicia, policial,
municipal, congresual y electoral está en su peor momento. Las grandes
inversiones en educación no ha traído la calidad esperada. Junto a todo esto ha
aumentado la inseguridad ciudadana y los apagones. Se ha reducido el servicio
de agua potable y de limpieza.
Por otro lado se ha deteriorado el avance logrado en la
democracia, en lo relativo al derecho de los ciudadanos de elegir y ser elegidos. Ahora las cúpulas de los partidos se
han encargado de decidir quiénes deben ser los candidatos, sin importar si tiene o no hoja de vida
social y si cuenta con moral suficiente para el cargo.
Todo esto ha traído un transfuguismo, donde se pone de
manifiesto, primero la rebeldía ante decisiones autoritarias de la dirección
del partido y por otro lado el interés personal
por encima de los intereses del partido.
En toda esta situación se observa la compra y venta de dirigentes
y grandes promesas. pero también las negociaciones y nombramientos en puestos públicos. En otras palabras el uso de los Recursos Públicos, privados y de fuentes desconocidas en la campaña electoral.
Todos hablan de los cambios que requiere el país y el
municipio, también de los planes y proyectos de gobiernos para que la gente
viva mejor. Expresiones que nadie cree, no por el contenido, sino por quien la dice.
En el paquete de aspirantes, muchos han decidido reelegirse
en los puestos donde están actualmente, sin haber cumplido con los compromisos y
promesas de la campaña anterior y sin tener ningún logro que exhibir. Más bien,
solo se comenta de malas prácticas, alejamiento de la población, malversación
de los recursos públicos y en algunos enriquecimientos con fondos públicos.
Mientras los aspirantes, candidatos y partidos acaparan los
medios y la atención pública con sus manifestaciones, pronunciamientos,
dadivas, compra de conciencia y transfuguismo, la población se mantiene pasiva
y en el mejor de los casos confundida.
Algunos candidatos y aspirantes quieren ahora, aprovechar el
tiempo perdido, no así el dinero publico perdido. Comienzan a hacer pobres
reparaciones de calles, reparaciones de viviendas, canalización de cañadas y sobre
todo ampliación clientelar con la facilitación de recursos a sus seguidores
para mantenerlos activos.
Pero los problemas fundamentales se mantienen en un proceso
de franco deterioro, menos agua, menos electricidad, calles y carreteras en
peores condiciones, más escuelas, pero más baja calidad de la educación, más
recursos en el presupuesto nacional y municipal pero menos obras y
realizaciones. Por poner un ejemplo. El ayuntamiento de Haina ha recibido en
los últimos 15 años más de mil ochocientos millones (1,800,000,000). De estos
debieron invertirse en obras de inversión social, aproximadamente ochocientos
millones (800,000,000). Pero la gente se pregunta dónde se han invertido cien
millones (100,000,000) en estos últimos 15 años.
Ante todo esto muchas de las organizaciones de la sociedad
civil, religiosa y empresarial, a nivel nacional y municipal, se mantienen con
un silencio, que más que pasividad, parecer ser complicidad.
Los grandes esfuerzos de los aspirantes, sus grandes
inversiones, la demostrada capacidad de algunos para hacer fraudes, no me dan
esperanza.
Creo que hace falta que las personas e instituciones de bien
(religiosas, políticas, deportivas, comunitarias, profesionales, etc),
interesadas en un cambio positivo, que mejore las condiciones del país y del
municipio, debemos iniciar o fortalecer una práctica de vigilancia permanente
de las gestiones públicas, de reconocimiento a las buenas prácticas y de
denuncias de las prácticas irregulares. También presentar propuestas que
contribuyan con una mejor sociedad.
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