“Volver a la normalidad”, no debe
significar seguir con la depredación forestal y destrucción del medio ambiente
talando grandes cantidades de árboles, secando manglares, lagunas y cañadas

Me parece que este proceso de pandemia
sufrido y vivido por todos, no ha sido asumido de forma crítica, con seriedad y
responsabilidad para con la madre tierra y la sociedad, que implique replantear
un volver a la normalidad de forma diferente. Se debería estar tratando de
enmendar los errores que por siglos se han cometido. Esta pandemia ha
sacado hacia fuera las injusticias, la corrupción, el racismo y las
desigualdades sociales en contra de los sectores más empobrecidos heredados
desde los procesos de colonización.
“Volver a la normalidad”, no debe
significar volver a una sociedad clasista y racista, donde solo un grupo
reducido tiene los privilegios de dirigir, de generación en generación, el
presente y el futuro de nuestra nación a su antojo. Tampoco debe significar
volver a cometer abusos y agresiones contra dirigentes que se manifiestan
pacíficamente en contra del racismo que se vive a nivel mundial y por supuesto
en la República Dominicana.
“Volver a la normalidad”, no debe
conllevar ver y mantener un congreso que está para legislar y vigilar a
favor de la mayoría, sin embargo, hace todo lo contrario, actúa ofreciendo
dádivas a través de los denominados “barrilitos”, con los que manipulan la
conciencia de algunos, planteándoles retoricas ausentes de prácticas que
garanticen la permanencia de las diferentes formas de vida.
“Volver a la normalidad”, no debe
encarnar un país donde los tentáculos de la corrupción propician cambios de las
agendas en discusión. Hace varios meses la agenda nacional era la lucha contra
la corrupción con el tema de robos y sobornos de Odebrecht y ahora se está
alabando a falsos mesías que prometen regalar pasajes o transportes a miles de
jóvenes, los primeros salarios, y hasta tirándoles pollos vivos en tumultos de
personas en barrios empobrecidos, entre otras nimiedades ofensivas a la
dignidad humana.
“Volver a la normalidad”, no debe
simbolizar ni repetir el mismo tipo de campaña electoral donde se usan los
recursos del Estado a favor de unos candidatos pisoteando el derecho que tienen
otros partidos de competir en iguales condiciones, despilfarrando con ese
clientelismo los recursos del pueblo. Poniendo en peligro la esencia de la
gobernabilidad democrática, que en situaciones de emergencia debe quedar bien
expresada y no los niveles de inhumanidad de acaparamiento de bienes
(mascarillas, medicamentos, pruebas de COVID) que han hecho a los oportunistas
más ricos y al pueblo más pobre y sin leyes que los protejan de esos
especuladores que en muchas ocasiones viven resaltando los símbolos patrios,
cristianos, prácticas incoherentes con la vida que profesan.
“Volver a la normalidad”, no debe
significar seguir con la depredación forestal y destrucción del medio ambiente
talando grandes cantidades de árboles, secando manglares, lagunas y cañadas, ni
seguir permitiendo construcciones ilegales en diferentes lugares del
país afectando los recursos naturales. Durante la
cuarentena siguió la extracción indiscriminada de materiales de
construcción en Nigua, Najayo, en el Río La Pared, Mano guayabo, entre
otros lugares del país con la indiferencia de las autoridades.
“Volver a la normalidad”, donde los
niveles de violencia contra las mujeres en República Dominicana se ha vuelto
una real pandemia y no se toman las medidas contundentes para evitar las
decenas de asesinatos y maltratos contra ellas en el país cada día.
El año pasado fueron asesinadas más de
60 mujeres dejando como consecuencia a cientos de niñas y niños huérfanos y la
destrucción de lazos familiares. Es penoso ver como durante este confinamiento
según el Observatorio Político Dominicano, se realizaron 1,437 denuncias de
violencia y lamentablemente 9 asesinatos a mujeres.
En conclusión, si volver a la “normalidad” post-pandemia significa todo
esto habría que reconocer que el aprendizaje que hemos tenido durante estos
meses del año no nos ha servido para cuestionarnos y reflexionar sobre cómo
hemos vivido a espaldas del prójimo, de cuidar la casa grande que nos alberga y
sobre todo el respeto a nuestras vidas, entonces yo no quiero “volver a esa
normalidad”.
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