jueves, diciembre 30, 2010

Las migajas no contribuyen con el desarrollo social.

Por Eugenio Sano Bretón
Muchas empresas se vanaglorian de su compromiso social con la comunidad, haciendo pequeños aportes y grandes propagandas. De esta manera logran una imagen favorable con una audiencia confundida.

Si bien es cierto que el propósito de conformación de una empresa es generar riqueza para sus socios, también es cierto que estas tienen la responsabilidad de contribuir a desarrollo de su entorno y mejorar la calidad de vida de sus empleados y de la comunidad que le circunda.

Sin embargo, es sorprendente escuchar y leer en los medios informativos, los aportes que algunas regularmente realizan. Operativos médicos, saneamiento de cañadas, donaciones de útiles escolares y deportivos, entre otros, mientras son sorprendentes las inversiones en la publicidad de estas pequeñas dadivas.

Mientras mejoran su imagen en la sociedad como entidad altamente preocupada y altruista, con sus actividades productivas, mantienen en riesgo la salud de sus empleados y la de la comunidad donde están ubicadas. En algunos casos, la materia prima que utilizan y sus desechos  crean un estado de vulnerabilidad por los efectos nocivos de estas sustancias, afectando la salud de sus empleados y la de la población de la comunidad.

La compensación a estos daños no puede ser el regalo de los útiles escolares a los hijos de los empleados ni a los niños de la comunidad, tampoco la limpieza de una cañada, ni la donación de una silla de rueda o útiles deportivos.

Estas acciones son mas bien un aprovechamiento de las necesidades materiales de las comunidades, donde están enclavadas y del bajo nivel educativo de nuestra gente, que no le permite reconocer ni sus derechos ni los deberes de las empresas, tampoco la ley ambiental.

Pero la inversión en migaja como aporte social no solo esta presenten en algunas empresas, sino también en algunos organismos de Estado, que al parecer desconocen sus funciones o tienen otros intereses y se dedican a la dadivas. Todos sabemos que con migaja no se construye el desarrollo de la sociedad ni mucho menos se mejora el nivel de vida de la gente y mucho menos se supera la pobreza.

Es lamentable que muchos líderes comunitarios se dejen confundir en su buena fe por esa especie de intercambio de espejito por  oro.

Los aportes empresariales deben estar dirigidos a mejorar la educación de la población, desde el nivel básico, que es el más importante hasta el técnico y universitario. Deben realizarse inversiones en laboratorios para experimentos, bibliotecas físicas y virtuales, facilidades transporte y pasantias, apoyo con técnicos que aporten sus experiencias y conocimientos a través de conferencias y otras actividades. También con aporte para becas de estudios técnicos y profesional a nivel nacional e internacional.

En cuanto a aspecto de la salud la inversión tiene que estar dirigido primero reducir al mínimo las emisiones de sustancia que afecten negativamente la salud de sus trabajadores  y la de la comunidad. Dicho de otra manera: Cumplir las leyes ambientales y los protocolos internacionales sobre medio ambiente.

Y un aporte muy importante es mejorar los salarios y las condiciones de trabajo de los empleados para que estos puedan realmente mejorar sus vidas y la de su familia y no sea necesario esperar una dadiva para que sus hijos puedan ir a la escuela.

Sabemos que muchas empresas están haciendo importantes aportes sociales en el campo de la educación y la salud y esto hay que reconocerlo, pero son muchos los casos en que con el aporte quieren esconder el daño social.

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