Artículo de Leonardo Boff
Estamos en tiempo de
elecciones. Muchos sectores de las distintas Iglesias, también de la católica, se
movilizan alrededor de proyectos para el país y de candidatos a varios cargos.
Es el momento de clarificar un poco cómo se da la relación entre fe y política.
En primer lugar hay
que distinguir entre una política escrita con P mayúscula y otra con p
minúscula, o entre la política social (P) y la
política partidaria (p).
La política social (P)
se relaciona con el bien común de la sociedad; así por ejemplo, la organización de la
salud, la red escolar, los transportes, los salarios, etc. tienen que ver con
la política social. Luchar para conseguir un centro de salud en el barrio,
unirse para traer la línea de bus hasta lo alto del monte es hacer política
social.
Esa política significa la
búsqueda común del bien común. En ese nivel todos los ciudadanos
y todos los cristianos católicos o evangélicos pueden y deben participar.
La política partidaria
(p) representa la lucha por el poder del estado para conquistar el gobierno
municipal, estatal y federal.
Los partidos políticos
existen en función de llegar al poder, ya sea para cambiarlo (proceso
liberador), ya sea para ejercerlo así como se encuentra constituido (gobernar
el estado que existe).
El partido, como la
misma palabra dice, es parte y parcela de la sociedad, no toda la sociedad.
Cada partido tiene detrás intereses de grupos o de clases que elaboran un
proyecto para toda la sociedad. Si llega al poder del estado (gobierno) van a
dirigir llevar a cabo las políticas públicas conforme a su programa y a su
visión partidaria de los problemas.
Con referencia a la política partidaria
es importante considerar los siguientes puntos: ver cuál es el programa del
partido; cómo entra el pueblo en este programa, si fue discutido en las bases,
si atiende a las reclamaciones históricas del pueblo; si prevé la participación
del pueblo, mediante sus movimientos y organismos, en su concepción,
implementación y control; quienes son los candidatos que representan el
programa, qué biografía tienen, si están en la lista de ficha sucia, si han
mantenido siempre una ligazón orgánica con las bases, si son verdaderamente
aliados y representantes de las causas de la justicia y del cambio social
necesario o si quieren mantener las relaciones sociales así como están, con las
contradicciones e injusticias que encierran.
Este último modo de poder político ha
sido ejercido históricamente por nuestras élites a fin de beneficiarse de él,
olvidando el sujeto de todo el poder que es el pueblo.
¿Cómo entra la fe en
todo esto?
La fe tiene que ver directamente con
Dios y su designio sobre la humanidad, pero está dentro de la sociedad y es una
creadora de opinión y de decisión. Funciona como una bicicleta; tiene dos
ruedas mediante las cuales se vuelve efectiva en la sociedad: la rueda de la
religión y la rueda de la política.
La rueda de la religión se concreta por medio de la
oración, las celebraciones, las predicaciones y por la lectura de las
Escrituras.
Mediante la rueda de la política la fe se expresa a través de
la práctica de la justicia, de la solidaridad, de la denuncia de la corrupción. Como se
ve, política aquí es sinónimo de ética. Tenemos que
aprender a mantener el equilibrio encima de las dos ruedas para poder andar
correctamente.
La Biblia considera la rueda de la
política como ética más importante que la rueda de la religión como culto. Sin
ética, la fe se vuelve vacía e inoperante. Son las prácticas y no las prédicas
las que cuentan para Dios. Mejor que proclamar «Señor, Señor» es hacer la
voluntad del Padre que es amor, misericordia, justicia, cosas todas prácticas,
por tanto, éticas.
Concretamente, fe y política se
encuentran juntas en la vida de las personas. La fe incluye la política, es
decir, un cristiano por el hecho de ser cristiano debe empeñarse por la
justicia y el bienestar social; también debe optar por programas y personas que
se aproximen lo más posible a aquello que entiende ser el proyecto de Jesús y
de Dios en la historia. Fue lo que resaltó el Papa Francisco cuando estuvo en
Brasil.
Pero la fe transciende la política,
porque la fe se refiere también a la vida eterna, a la resurrección de la
carne, a la transformación del universo, cosa que ninguna política social y
ningún partido o estado pueden prometer.
El paso de la fe a la política
partidaria no es directo, es decir, de la Biblia no se deduce directamente el
apoyo a un determinado partido ni el deber de votar a una persona, ni cuánto debe
ser el salario mínimo. La Biblia no ofrece soluciones, sino inspiraciones para
que se pueda escoger bien el partido y crear un salario digno. Para un
cristiano en la línea de lo que viene insistiendo el Papa Francisco, la
política debe ser:
- liberadora: no basta
reformar la sociedad que está ahí; es importante otro modelo de sociedad que
permita más inclusión mediante la participación, la justicia social.
- liberadora a
partir de las mayorías pobres y excluidas: debe empezar
desde bien abajo, pues así no deja fuera a nadie; si comenzase por los
asalariados o por la burguesía dejaría fuera, desde el principio, a casi la
mitad de la población excluida.
- una política que use métodos
liberadores, es decir, que use procesos de participación del pueblo, de abajo
hacia arriba y de dentro hacia fuera; esa política pretende más que una
democracia representativa/delegaticia, una democracia participativa por la cual
el pueblo con sus organizaciones ayude a discutir, a decidir y a resolver las
cuestiones sociales. Esa fue la gran reclamación de las manifestaciones de
junio de 2013 y que se exige firmemente ahora.
- una democracia
ecológico-social que respete los derechos de la Madre Tierra, de los
ecosistemas, de los animales y de los seres de la creación con los cuales
mantenemos relaciones de interdependencia.
Una política así es
una de las formas más altas de amor social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
vida