por Eugenio Sano
Breton, 8-7-2016
El 24 de octubre de
1882, el religioso Francisco X. Billini, fundó la “Lotería de la Junta de la
Caridad”, como una iniciativa para sostener económicamente varias obras de atención
social a empobrecidos, enfermos, gente sin casa, etc. En el tiempo perdió su
identidad y se convirtió en puro juego de azar. Ahora ya tiene 5 juegos diarios.
La cantidad de
recursos que se mueven en esta actividad son enormes, a pesar de que son los
más pobres, los que más invierten. Pues a
estos se les ha condicionado a pensar que es ahí donde está su posibilidad de
salir de la miseria. Mientras tanto, hay un grupo que se ha estado haciendo
millonario o ha fortalecido su nivel económico con las bancas de apuestas.
En muchos barrios y
comunidades rurales existen más bancas de apuestas que escuelas, colmados o farmacias. Sus propietarios
obtienen más beneficios en una semana, que un colmadero, que vende productos de
primera necesidad, en un mes. Si bien este negocio ha servido para hacer rico a
muchos; se sabe y se comenta que también son buenas para el lavado de dinero
ilícito.
No se esperaba que la administracion de la Loteria Nacional tuviese
la osadía de poner en circulacion los billetes del sorteo del 26 de junio, con
la fotografia del insigne referente ético y político, Juan Bosch. Esto ha causado revuelo y manifestaciones de protesta
en diversos sectores de la poblacion dominicana.
Ese hecho, refleja el irrespecto y el poco reconocimiento del
significado de la figura de Juan Bosch y de su trayectoria ética, histórica y
política. Todo parece indicar que no es un hecho aislado. Pues la mayor parte
de la poblacion dominicana desconoce la historia, sus grandes hombres y
mujeres, sus próceres y sus mártires y el legado de cada una de estas personas.
Las personas con cierto nivel de conciencia crítica no
esperaban que alguien fuera capaz de utilizar la figura de Bosch para la
promocion del juego de azar. Rompieron los parámetros y el reconocimiento de la
falta o un posible desagravio no revirtirá el error; mucho menos el impacto en
las mentes de las personas que han sido condicionadas por la propaganda
comercial y que han hecho del juego de la lotería su mayor entretenimiento
cotidiano.
Esta decision de la Loteria Nacional de colocar en los
billetes figuras como la de Bosch, Caamaño, o Juan Pablo Duarte, ha sido una
afrenta, una iniquidad que va a tono con el proceso de inversion de valores y
de tergiversacion de la historia y de la forma de pensar de la gente común.
Matías Bosch en un artículo
publicado en Acento ha afirmado: “Las loterías nacionales en nuestra región han
transmitido en sus billetes el mensaje de que jugar a la suerte por dinero no
es tan malo, incluso es un acto de ejercicio cívico y de nacionalidad. La
presencia de próceres y representaciones admiradas deja dicho, además, algo
importante: el juego no dejará a nadie discriminado precisamente por su
espíritu patriótico; genera confianza en el organizador”.
La utilización de la figura de Bosch en
los billetes de la lotería es una tergiversación del pensamiento y las ideas de
este prócer. El nunca promovería la búsqueda dinero fácil, tampoco legitimaría
el robo y el engaño al que son sometidos diariamente los millones de dominicanos,
que han sido condicionados a vivir en la pobreza, en el clientelismo
dependiente y en la marginación social.
A esa población que debería recibir
orientaciones para que use lo poco que percibe en alimentación, educación,
salud, vestimenta y otras necesidades familiares, se le manipula para que juegue su dinero,
vendiéndole falsas esperanza.
El destino del dinero de los pobres, que
recauda la lotería, es una incógnita. Se tiene la sospecha que mucho de ese
dinero se queda en las garras de la corrupción y en la distribución de recursos
a legisladores y funcionarios corruptos y corruptores, para aumentar la
clientela, en navidad, semana santa, en el día de las madres y sobre todo en el
tiempo de campaña electoral, como en las recién pasadas. En otras palabras a
los pobres se les engaña, se les manipula y se les roba el poco dinero que
perciben y luego se les chantajea con pequeñas prebendas, para que apoyen
candidaturas sustentadas en la compra de conciencias y de voluntades.
Si el Estado y sus instituciones
cumplieran son sus responsabilidades y sus funciones, las loterías se hicieran
para colaborar con causas sociales, como sucedió en un principio y como sigue
sucediendo en otros países de la región, como en el caso de Costa Rica. No tuvieran
razón de ser como simple juego de azar, pues los daños que provocan son
impactantes en la economía de los más pobres, además de la enajenación mental
que producen.
El movimiento social organizado y todas
las entidades que procuran la dignidad de las personas deberían promover
procesos en dos vertientes. En la concientización de la población en valores
éticos y políticos y en la comprensión de la realidad en que viven, para que se
libere del engaño y el robo al que han sido sometidas con las prácticas
cotidianas de las loterías. Por otro lado, en promover reclamos y exigencia al
Estado y al gobierno para que disuelva la lotería y abandone todas las
prácticas de clientelismo con el dinero de los juegos de azar y suspenda
definitivamente la práctica perversa de utilización de figuras emblemáticas
como la de J. Bosch, en prácticas sociales indignantes y alienantes.
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