Elizabeth Encarnación
Después de la despedida de alguien amado, Dios
nos regala, muy pronto, un nuevo miembro en la familia. Esto es como un
recordatorio de que el ciclo de la vida continúa y debe continuar.
¿Por qué atar a nuestro ser querido, a la
oscuridad de nuestra tristeza? ¿Por qué imponernos adornar la pérdida, con
vestidos negros o grises?
Creo que el recuerdo de quién amas, lo honras
atreviéndote a vivir, a no dejar de amarlo, a ponerte ese vestido que tanto le
gustaba y sonreír al recordar una de sus ocurrencias.
El día que me toque partir físicamente, de esta
tierra, le pido al que me ame, de una manera u otra, que honre mi recuerdo disfrutando
de un buen vino, poniéndose ese vestido que tanto le gusta y sonriendo al verse
frente al espejo. Igualmente cantando y bailando esa canción que siempre le ha gustado
o recordando cualquiera de mis payasadas.
No me hagan cargar la pena, además de morirme,
al poner sus vidas en pausa, dejando de vivir, por mis por mis recuerdos. Esto sería
un yunque puesto sobre mi alma.
Si con mi partida tu corazón desea un vestido
negro, a mi recuerdo ponle el pintalabios más rojo que este en tu maquillaje y
como accesorio ponte tú más grande sonrisa.
Cuando alguien se va físicamente de nuestro
lado, solo pasa de estar a veces cerca a estar con nosotros en cada momento.
Cuando me toque partir, en lugar de llantos regálame
canciones, no aprisiones mi alma en un traje oscuro REGALAME la sonrisa del
recuerdo de momentos felices. Claro que sentirás tristeza, pero harás lo
posible por no hacerle nido para que no se quede contigo.
El regalo más grande que puedes dar a quien
amaste es el de atreverte a vivir, cada minuto que estés en esta tierra. No se vale
respirar si no vas a vivir.
Ya la muerte es lo suficientemente descarada al
llevarnos sin pedir permiso, entonces no pretendas regalarle más de lo que se
ha llevado. Atrévete a vivir
EEC.
18/11/2023
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