Doctor en Ciencias Pedagógicas.
Especialista en temas socio-éticos, religiosos y bíblico-teológicos. Promotor
de la conciencia moral, ética y político-ciudadana.Comprometido con la
educación digna de los sectores sociales más empobrecidos y excluidos. Indignado
permanente ante las injusticias sociales y la corrupción impune.
ESte Articulo ha sido tomado de la educion del sabado 5 de julio del periodico digital Acento.com.
Una realidad sentida y
sufrida por amplios sectores de la sociedad dominicana es la corrupción que
permea las relaciones inter-personales, familiares, comunitarias, económicas,
políticas y con el ambiente natural. Y lo más preocupante es que ésta se queda
sin castigo, sin sanción; lo cual se convierte en un incentivo para continuar
la práctica de conductas sustentadas en la búsqueda exclusiva, individual y
grupal, de poder y de dinero a cualquier precio.
El diccionario de la
Real Academia define a la corrupción como: “Práctica consistente en la
utilización de las funciones y medios de las organizaciones e instituciones,
especialmente las públicas, en provecho, económico o de otra índole, de sus
gestores”. En la sociedad dominicana cuando hablamos de corrupción nos
referimos, principalmente, a las prácticas económico-políticas, realizadas y promovidas
por el liderazgo partidario, económico, militar, religioso, congresual y
judicial para apropiarse, en beneficio personal y grupal, de las riquezas y
bienes públicos.
Recientemente
Participación Ciudadano publicó un libro que contiene un estudio sobre 94 casos
de corrupción impune en el país, entre los años 2000-2013. Ya PC lo había
hecho, anteriormente, con la investigación: “20 años de impunidad” (1983-2003).
Los casos denunciados en esta ocasión están enfocados, principalmente, en
instancias gubernamentales; por lo tanto se trata de denuncias sobre la
malversación de los fondos públicos, en beneficio de grupos o personas
particulares. Entre esas denuncias tenemos, por número de casos: ministerios
(35), ayuntamientos municipales (16), organismos centralizados (10),
direcciones generales (9), organismos descentralizados (8), consejos y comités
(7), empresas públicas (3), instituciones financieras (3), policía nacional
(1), senado de la República (1).
El documento de PC no
hace un análisis de cada caso; se limita a recopilar las investigaciones
periodísticas aparecidas, principalmente, en los programas de investigación de
Nuria Piera, de Alicia Ortega y de los medios digitales 7días.com y
Acento.com.do, entre otros.
Es urgente que estos
casos de corrupción impune no sólo se expongan en los medios de comunicación
ose estudien en las academias e instituciones que se dedican al análisis de la
realidad económica, política, cultural y ambiental del país. Es necesario ir
más allá. Es un reto ir a las causas profundas, a las raíces del gigantesco
árbol de la corrupción pública y privada. Entre estas causas está una cultura
de la búsqueda individual, grupal o partidaria de dinero y poder en desmedro
del bienestar común, a todos los niveles de la sociedad dominicana; además, una
tradición autoritaria por la que quienes han gobernado y gobiernan actualmente
se consideran dueños de la cosa pública y establecen relaciones clientelares y
de dependencia, sobre todo con la población de los sectores más empobrecidos excluidos,
y manejan un sistema judicial maniatado y dependiente de los principales grupos
económicos y de las corporaciones partidarias que los sustentan: PLD, PRD y
PRSC.
Reconozcamos el
valioso aporte de las y los periodistas y medios que denuncian la corrupción
impune y que están comprometidos con la cultura de la transparencia.
Agradezcamos a instituciones como Participación Ciudadana, Ciudad Alternativa,
el Centro Bonó, Ciudadanos Contra la Corrupción (C3), Alianza Dominicana Contra
la Corrupción (Adocco), entre otras. Pero no nos quedemos ahí. Sigamos
avanzandocon los procesos de concientización y articulación popular contra este
grave mal,desde los diferentes espacios comunitarios e instituciones
educativas.
El gran desafío de las
organizaciones sociales, comunitarias y populares, de los diferentes sectores
que creen en la posibilidad y en la necesidad de cambiar este estado de cosas
es indignarse, articularse y promover acciones concretas orientadas a promover
prácticas ético-políticas que ayuden a transformar la presente realidad.
Se hace urgente
promover campañas permanentes de concientización –en las familias, las
instituciones educativas, en los medios de comunicación social- sobre la
necesidad de promover las prácticas honestas en el manejo de la cosa pública,
de castigar la corrupción impune, y colaborar a generar un proyecto
político-partidario alternativo, compuesto por personas y grupos que sean
capaces de anteponer el interés nacional al interés partidario e individual y
que puedan colaborar al surgimiento de un sistema de justicia que actúe con
independencia y que sea capaz de priorizar el bienestar colectivo.
¿Es esto una utopía en
la sociedad dominicana actual? Puede ser. Pero como ha dicho Eduardo Galeano,
“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el
horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía?
Para eso; sirve para caminar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
vida