Por Eugenio
Sano Breton
La campaña electoral se hace cada vez más costosa, para
quienes aspiran a cargos electivos. En otros tiempos las actividades
proselitistas las financiaban los partidos y los candidatos participaban
haciendo poco aporte. Los reducidos fondos del congreso y los ayuntamientos en
ese entonces, no facilitaban en enriquecimiento de sus incumbentes.
Con los aumentos de los presupuestos en el congreso y los
ayuntamientos, en la década del noventa, los cargos congresuales y municipales
aumentaron su nivel de atracción. Lo que ha desatado una ola de aspirantes a
posiciones municipales o congresual, que
en cada elección aumenta más.
Muchas son las personas, en los partidos, que se consideran
merecedoras de estas posiciones y se lanzan, primero a lograr la candidatura y
luego alcanzar la posición electiva. Muchas de estas sin cumplir con los
requisitos legales y otros sin contar con las capacidades ni el conocimiento de
la función del cargo.
En las décadas anteriores a los años noventa y todavía hasta
el mil novecientos noventa y cuatro (1994), los aspirantes a cargos electivos,
en su mayoría eran personas líderes, tanto en el partido como en la sociedad.
Eran personas preparadas y con alto prestigio y moral social.
El aumento de los fondos en los ayuntamientos y el
congreso, además de la presencia del hombre
del maletín, cambio la dinámica, aumentaron las ambiciones y el número de
aspirantes. Ahora son decenas las personas que aspiran al mismo puesto en cada
partido. Ya los méritos sociales y la moral dejó de tomarse en cuenta como
criterio importante, para ser elegido a cargos electivos municipales o
congresuales.
Las ansias por ganar las elecciones provocan a lo interno de
los partidos confusión, desacuerdo y pérdida del horizonte partidario. Se le da
más cabida a las palabras del aspirante o aspirantes, que a los dirigentes del
partido.
Los aspirantes y su equipo usan toda clase de estrategia y estratagema
para gerenciarse el favor de sus partidarios, así desarrollan campañas internas
de persuasión y de chantajes, también de promesas de empleo, de dinero, recetas
y regalos. Son capaces también de dañar la reputación de su contendor,
inventando falsos rumores. Todo esto con el único propósito de lograr la
mayoría necesaria para ser el candidato.
En cierta forma los partidos en tiempo de precampaña
funcionan como una especie de mercado o compraventa. Muchos de los miembros se
disponen a esperar al que más le ofrezca para decidirse. Así los regalos,
canastilla, recetas, compritas, logística, celebraciones y las promesas están a
la orden del día, junto a las vallas, carteles y otros gastos propagandísticos.
Todo esto significa un gasto de montones de dinero. Por lo que en cualquier
provincia se gastan durante la campaña cientos de millones de pesos.
En un municipio de aproximadamente ochenta mil (80,000)
habitantes para lograr ser candidato a regidor o regidora se debe invertir o
despilfarrar más de un millón de pesos. Para ser sindico o alcalde se requerirán
en toda la campaña más de cincuenta millones (50,000,000), para ser diputado más
de diez millones(10,000,000) y para ser senador mas de cincuenta millones
(50,000,000). Estamos hablando entonces de la industria electoral, pues la
cantidad de millones que circula es enorme y si estuviera dirigida a la creación
de empleos estables o inversiones sociales, fuera significativo el cambio en la
población.
Pero surge la siguiente pregunta:¿de dónde salen todos esos
fondos. La duda y las preocupaciones llenan la mente del que desee respuesta. Esto
es debido a las denuncias realizadas a varios funcionarios públicos. A unos por
haberse enriquecido de manera ilícita con la sustracción de dinero público y a otros
de recibir apoyo con dinero del crimen para sus campañas electorales.
Sabemos también que hay personas adineradas y entidades productivas
que invierten en la campaña, de algunas personas aspirantes a regidor, alcalde,
diputado y senador, como también a la presidencia. Pero como su nombre lo indica
es una inversión. Toda inversión tiene un interés marcado y por lo tanto hay
que pagar el precio. Unos quieren que se le pague en efectivo con un alto
interés, otros con facilidades como leyes y resoluciones que le favorezcan,
para así maniobrar en el municipio o en el país.
Debe señalar que hay aspirantes
que tienen sus propios recursos, logrados con sus negocios o empresas, otros
reciben apoyo financiero de sus familias.
En fin, el dinero no es una ayuda. Es una aportación a manera
de préstamos, que se paga con altos intereses o con facilidades, casi siempre
dañina para la población.
Cabe entonces la siguiente pregunta, Sabe usted de donde
provienen los fondos de campaña de su candidato o candidata y cuales
compromisos ha hecho con terceros. Si es de esta manera que se puede ganar una
posición electiva, por qué tantos aspirantes. Qué es lo que buscan con su aspiración.
Sabemos que la población aspira a tener gobernantes que trabajen
para que la gente pueda vivir mejor, con dignidad, con servicios, con
seguridad, con democracia e igualdad de derechos. Para lograr esto se requiere
de aspirantes, candidatos y funcionarios, conocido por su trayectoria social,
comprometido con la lucha y el trabajo a favor de la gente y de las mejores
causas y con pronunciamiento en contra de las acciones dañinas y de los que las
cometen.
Entonces viene la pregunta, cuál o cuáles de los aspirantes
que usted conoce, dentro o fuera del partido de su simpatía, cumple con las
aspiraciones de la población y ha hecho las demostraciones de trabajo, lucha y
denuncia que lo avalen.
A pesar de los planteamientos anteriores, sabemos que existen
candidatos potables reconocidos por la población, las organizaciones y las
comunidades por su lucha constantes a favor de la gente. Estos son bien
conocidos, regularmente no tienen recursos, tampoco reciben financiamiento,
pues no están dispuestos ni dispuestas a aceptar fondos de cualquier origen.
Esos son los que necesitamos y para que ganen solo falta que los
apoyemos, los promovamos y votemos por ellos.
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